Los Olmecas, nuestra cultura madre

Las estatuetas de jade de La Venta, Tabasco, en una representación ceremonial.
Las estatuetas de jade de La Venta, Tabasco, en una representación ceremonial.

Viaje a Olmán 21-11 al 5-12-2014

 

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Es un bello artículo que encontré surfeando, el mejor que encontré iluminando trasfondos poco escuchados sobre nuestro pasado. Recomiendo leer sin falta el capítulo "

EXPANSION OLMECA AL ALTIPLANO CENTRAL":

 

Como ya he dicho en otra ocasion, a mi tan solo me interesaban de Mexico, la cultura maya y teotihuacan. Pero tengo algunas amistades por aquel país y en concreto tres en Tabasco que me han explicado algo de la geografia de su region, lo del poema de Carlos Pellicer y me han ayudado en todo el escrito. Por eso este trabajo sobre los olmecas de lo dedico a mis amigas Violeta y Lupita de Villahermosa y Marina de Cardenas.

La gran cultura olmeca fue la primera en formarse en territorio mesoamericano, se ubicó en la zona costera del Golfo de México, aproximadamente hacia el 1800 a.c., cuando nace la que hoy es considerada “la cultura madre” del México antiguo, cuyos orígenes y aspectos peculiares constituyen hoy un enigma.

El término nahuatl “olmeca” significa “olli y mecatl” o habitante del país del hule. Aún no se sabe como se llamaban a sí mismos.

Se cree que S. Lorenzo (Veracruz) fue el primero en florecer hacía el 1200 a.c. y tras una violenta destrucción siguió el nacimiento de La Venta (Tabasco) 800-400 a.c., esa si fue una autentica ciudad.

La cultura olmeca se extinguió superada o absorbida por otros pueblos, como los zapotecas en Oaxaca y después los mayas.

En la época prehispánica se tenía a la región como la imagen del paraíso, lugar de abundancia y fertilidad. La presencia del mar, así como de los ríos, lagunas, manglares y frecuentes lluvias, la definían como lugar que simbolizaba el origen y renovación de la vida.

El área central de lo que fue la cultura olmeca se ubica en la parte sur del estado de Veracruz y el noroeste del colindante estado de Tabasco, desde las montañas de los Tuxlas hasta la Chontalpa.

El nombre de Tabasco significa “tlalli” tierra y “paltic”, cosa mojada o humedad, por lo tanto es tierra mojada. Se divide en cuatro regiones naturales, al sur la Sierra, en la parte central el Centro (donde esta su capital Villahermosa), en la parte oriental los Ríos (donde desembocan los ríos Usumacinta y Grijalva) y en la parte occidental la Chontalpa (cuya principal ciudad es Cárdenas y además donde se ubica la ciudad olmeca más importante: La Venta).

El poeta tabasquense Carlos Pellicer Cámara compuso unos lindos versos a su tierra y entre otras cosas decía: Soy más agua que tierra y más fuego que cielo. Navega en mi sangre lo más antiguo de México.

Tanto el Usumacinta como el Grijalva nacen en el altiplano guatemalteco. El primero corre en dirección norte y pasa por una de las zonas más importante de la cultura maya. El segundo va en dirección oeste y después de dar un brusco giro hacia la derecha busca las zonas bajas y muy cerca de la desembocadura se une al Usumacinta.

 

EL CORAZON DEL MUNDO OLMECA

Las excavaciones arqueológicas son difíciles y costosas. No pocas obras maestras de la estatuaria o de la cinceladura de los primeros hombres civilizados de México se encuentran hundidas bajo la vegetación. La Venta (Tabasco) situada, según el estado actual de nuestros conocimientos, en el límite oriental de esta zona, ha sido el primer gran sitio estudiado científica aunque incompletamente. Su nombre se asocia, más que ningún otro, a la civilización olmeca. Su principal monumento es único en México. Es allí donde la civilización olmeca se nos revela con toda su fascinante originalidad.

Este monumento es el llamado “la pirámide”. En realidad eso parecía, pero cuando se desbrozó, no era una pirámide como las demás. Sin plataformas en la cumbre, sin escaleras para subir, ni rampas. La cumbre no era puntiaguda, pero tampoco era totalmente plana para albergar un templo. De momento parece ser que tampoco se edificó sobre otro edificio anterior, como hacían los mayas. Además no es muy grande, si se compara con otras, como la del Sol de Teotihuacan que tiene más de 8 veces más masa. No obstante es única en el mundo porque tiene unos diez profundos surcos a todo lo largo de ella. Todo ello le da apariencia de cono volcánico.

A unos 100 km. de allí se encuentran los volcanes de los Tuxlas y es en esas montañas de donde sacaron los bloques de basalto para esculpir los altares o las cabezas colosales. Hay quien piensa que los antiguos olmecas bajaron de esas montañas y se instalaron en las tierras bajas, donde construyeron esa pirámide que se asemeja a un volcán (es una hipótesis).

Al norte de esta pirámide hay un rectángulo de unos 2.000 metros cuadrados, delimitado por columnas de basalto de forma de prisma y mas al norte de una plataforma (en mal estado de conservación) que parece que tiene gradas. Los monumentos, estelas y tumbas están cuidadosamente planificados.

Al sur de la pirámide no esta totalmente explorado, aunque se ha descubierto una cabeza enorme. En cambio la zona al norte esta mejor conocida, había trabajos de desmonte y algunas enormes fosas para las ofrendas masivas. En esas tumbas se echaban una piedras semipreciosas llamadas serpentinas (en forma de losas), arcilla de color y recubiertas de tierra. Además se han descubierto tres mosaicos con bloques de serpentinas. El motivo es la cabeza de un jaguar. Estos mosaicos están enterrados desde el mismo momento de haberlos hecho.
La única hipótesis de lo que significan esas sepulturas es que se trataba de ofrendas a los dioses de la tierra.

Otra cuestión es el origen de estos materiales. Las piedras volcánicas solo pueden provenir de los Tuxlas, de allí cerca también el basalto, en cuanto a la serpentina y rocas duras los yacimientos más cercanos están bastante lejos. Resulta pasmoso que se hayan dado tanto trabajo en buscar, transportar, dar forma y enterrar tan enormes cantidades de piedras pesadas.

Los olmecas fueron los iniciadores de una práctica que luego se llevó a cabo en Mesoamérica, especialmente los mayas, como era la de enterrar objetos preciosos en las cercanías de los monumentos. Más que el número de ofrendas encontradas, lo que sorprende es la alta calidad artística de esas estatuillas, además representan personas sin distinción de sexo, de pie y con las piernas ligeramente flexionadas. La cabeza deformada por ligaduras de los cráneos durante la infancia, además de voluminosas en relación con el cuerpo.

Hay varias hipótesis sobre lo que representan al estar rodeando y escuchando a alguien que no aparece. Una es que están celebrando un rito, pero lo más lógico es que estén conmemorando un consejo y tomando decisiones muy importantes.
Características del arte en La Venta son los altares, las estelas y las cabezas colosales.

En realidad el término altar esta mal empleado. En la mayoría de los altares se pueden ver personajes como saliendo de nichos y muchos de ellos llevan en los brazos bebes. En la medida en que lo permite la erosión se pueden ver en ellas una multitud de detalles; peinados elaborados, collares, pectorales, sombreros, cinturones, faldas, taparrabos, etc. Y con figuras con rasgos físicos olmecas: nariz convexa y labios delgados.

Dos características de las famosas cabezas se imponen a la observación: en primer lugar, no se trata de seres más o menos míticos, dotados de rasgos felinos o enmascarados, sino de estatuas realistas. En segundo lugar, esas cabezas, son a la vez muy semejantes unas a otras y muy individualizadas. Sus similitudes son evidentes: mismos rostros anchos con mejillas llenas, protuberancias carnosas en el arranque de la nariz, ojos almendra. La nariz es maciza, labios carnosos, boca arqueada, las comisuras de los labios estiradas hacia abajo. Esas cabezas suelen tener un tocado de cascos. Las proporciones generales son idénticas y es probable que correspondan a un mismo canon único, lo que mueve a pensar que fueron esculpidas en un periodo de tiempo breve, sobre los dos siglos. No obstante, al examinarlas más de cerca, se ve que cada una de ellas tiene particularidades individuales. Además los cascos y los aretes son distintos.

Se llega a la conclusión de que son retratos, los de personajes lo bastantes poderosos y venerados para que se haya aceptado hacer inmensos esfuerzos para tallar esos enormes bloques, transportarlos y esculpirlos.
No obstante por la isla fluvial (río Tonala) de la Venta se encuentran cerca de 90 esculturas. Entre las que más llama la atención hay una a la que se le llama “la abuelita”, al norte de la pirámide, con 1,42 m. de altura y representa a una figura femenina, arrodillada y que tiene entre sus manos un recipiente rectangular. El rostro muy ancho y su boca con apariencia de felino.

Varias de las estatuas representan personajes sentados, con las piernas cruzadas y sosteniendo en sus manos una barra, otras con los brazos colgando o apoyados en los tobillos. Una de las piezas está con la cabeza echada hacia atrás y su rostro mirando hacia arriba con rasgos de jaguar.

Otro de los objetos es un bajorrelieve, muy bien conservado, es de basalto y de color gris claro, representa a un personaje humano sentado, con las piernas extendidas, rodeados por una gigantesca serpiente cascabel y su cabeza encuadrada por las fauces de un jaguar. En la mano derecha un objeto cuadrado cogido por un asa. En cuanto a la serpiente domina toda la escena, sus anillos característicos de la cola, sus fauces abiertas y sus ojos rematados por una protuberancia alargada. Esta serpiente es muy parecida a todas las que aparece, más tarde, en el arte mesoamericano. Quizás tenga el honor de ser la primera serpiente emplumada.

Si la isla de la Venta se distingue por el número y calidad de las esculturas, en cambio la cerámica escasea allí. Este era un sitio de culto y centro de mando, pero donde solo debía residir un número escaso de personas (la elite religiosa y administración militar). La población que aportaba todo lo demás debería estar dispersa por una extensión en torno a la isla, pero sometida a su autoridad, posiblemente por el respeto a sus dioses.

Esta ciudad mantuvo su propia estabilidad desde el 1100 hasta el 400 a.C. En el primer siglo construyeron la pirámide y ejecutaron el plano general del centro ceremonial. Parece ser que la isla estuvo habitada antes de su llegada. En los dos siglos siguientes hubo una actividad extraordinaria, aparecen las ofrendas masivas y proseguirán hasta el final.

El fin de la civilización en La Venta es todo un misterio. Lo que si está comprobado es que entre el 450 y el 325 a.C., cesó toda actividad en la isla. Ya no hay construcciones, ni fosas excavadas, nada de nada. La elite dirigente ha desaparecido. Lo que no se sabe es si fue arrojada, exterminada o partió hacia el exilio. En todo caso la isla permanece desocupada y el viento fue acumulando capas de arena.

Después, una nueva actividad se manifiesta, pero es de pillaje y destrucción. Los vándalos excavan pozos seguramente para encontrar los tesoros, decapitan las estatuas, los monumentos derribados. En seguida, también ellos, abandonan la isla y su paz no es perturbada hasta la época moderna.

Muy distinto es el sitio de San Lorenzo. Los vestigios de habitaciones son más numerosos allí que en La Venta, pero no se han encontrado ofrendas de piedras semipreciosas ni tumbas de rico contenido. En cambio la escultura monumental es de calidad prodigiosa. Todo distingue estos monolitos unos a otros, en el marco, de una concepción general análoga a la de las cabezas de La Venta. Aquí volvemos a encontrar las dos aptitudes convencionales de los personajes esculpidos en los nichos de los altares de La Venta.

Es seguro que el ornamento de las orejas y el pectoral de unos de los personajes esculpidos fueron, más de dos mil años después, los atributos de la Serpiente Emplumada, Quetzalcóatl, adorado por toltecas y aztecas. En otro altar se encuentra la inauguración de una larga tradición que volvemos a encontrar en Chichén: se trata de una mesa de piedra sostenida por atlantes.

Ciertas estatuas representan seres sobrenaturales, humanos en la parte general, pero felinos por la forma de la nariz y de la boca.

Uno de las estatuas llamada El Escriba, quizás se trate de una mujer. Es un personaje sentado con las piernas cruzadas, que sostiene en las manos una barra cilíndrica apoyada sobre sus muslos. Sin cabeza, no obstante su actitud es natural y majestuosa.

Las representaciones de felinos son frecuentes: un jaguar sentado, un pez cuya cabeza termina en fauces de jaguar, un insecto, etc.

En otro sitio llamado Potrero Nuevo se ha encontrado dos estatuas, en mal estado, asemejando a una mujer tendida de espaldas y sobre ella se encuentra un jaguar. Semejando el acto sexual. Esta interpretación no es rara si pensamos en la obsesión de los olmecas por el jaguar. Los bebés con rasgos de jaguar o los personajes humano-felinos.

En San Lorenzo, los olmecas, han esculpido la piedra desde el 1200 a.c., con un grandísimo talento y han construido un sistema de canales subterráneos y de estanques artificiales cuyo significado no comprendemos aún. Es cierto que habían llegado de otra región, se supones que de los Tuxlas. La floración de San Lorenzo se sitúa entre el 1200 y el 900 a.c.

Es, de momento, el sitio olmeca más antiguo. No obstante fue en La Venta donde se desarrollaron algunos de los aspectos más brillantes de esta civilización autóctona como la ofrenda de piedras semipreciosas y la cinceladura del jade.

La catástrofe que dio fin a la civilización de San Lorenzo quedó demostrada por la barbarie inaudita que se desencadeno contra los monumentos. Las cabezas colosales resistieron (salvo una), pero todas fueron marcadas con agujeros circulares. Otras piezas fueron despedazadas a golpes. Un enorme trabajo debió consagrarse a esta tarea de destrucción. En cambio la terracota se libró mejor de la revuelta o la venganza. Allí hay numerosos fragmentos de cerámica. En lo que se refiere a los objetos representados, toda la gama queda cubierta, desde los seres humanos hasta jaguares, un dios tuerto y jugadores de pelota.

Ni la Venta ni San Lorenzo fueron ocupados después del siglo V o IV antes de nuestra era.

En cambio este no es el caso de Tres Zapotes. Lógicamente hay objetos de la época de La Venta o de San Lorenzo, pero coexisten con monumentos mas recientes. Quizás se trate de una fase olmeca-tardía. Es posible que sean pre-mayas pero todo está en la suposición. La última fase de Tres Zapotes llega hasta el siglo II de la era cristiana y se hace, ya, sentir las influencias llegadas desde la meseta central o desde la costa del Pacífico.

Algunos de los personajes de Tres Zapotes evocan las esculturas de Izapa en Chiapas o de Kaminaljuyu en Guatemala.

Al centro de la zona “metropolitana” olmeca, al sur de las montañas de los Tuxlas se encuentra el sitio de Laguna de los Cerros, 95 túmulos repartidos en 46 hectáreas, 28 monumentos de piedra esculpida, en su mayor parte mutilados. Por lo tanto también paso una ola de vandalismo, pero la pureza del estilo olmeca y la belleza plástica de las estatuas suscitan la admiración. El desarrollo de este sitio sería paralelo al de tres Zapotes, pero aún se sabe muy poco sobre este centro para datar exactamente una fecha.

Una de las estatuas más bellas es la llamada: El Príncipe. Es un hombre sentado, con las piernas cruzadas, ambas manos sobre el suelo, en una actitud frecuentemente representada por las esculturas olmecas. La cabeza proporcionadamente grande, está tocada con un casco redondo, adornado con una cimera y provista de dos cubre orejas. Con la aptitud llena de majestad parece indicar que ocupaba un alto rango en la jerarquía civil o religiosa.

Otra de las obras más celebres es la llamada: el luchador. Se trata de un retrato realista, usa barba y bigote, en cambio el cráneo está rasurado y solo lleva un simple taparrabos. Los ojos de almendra y los párpados bien marcados siguen el canon olmeca, pero la nariz es recta y la boca fina. En realidad no se trata de un luchador sino de un jugador de pelota en plena acción.

La escena mas típicamente representada en la cultura olmeca, principalmente en la Venta, es el bebe humano-felino, nariz corta y ancha y su boca de jaguar. Este mito debió de representar un lugar central dentro de la religión olmeca.

En esta zona la supremacía la tiene la escultura y la cinceladura. La arquitectura no podía disponer en cantidad suficiente de materiales sólidos, de piedras. Los edificios de ladrillo secado al sol, con ese clima, no pueden subsistir. Solamente la pirámide de La venta es el único monumento importante que ha conseguido atravesar los siglos.

El material mas utilizado ha sido la madera, pero con la lluvia y los insectos, no ha quedado en pie ninguno de sus monumentos. El único objeto de madera es una máscara encontrada en Guerrero. El basalto de los volcanes no era posible transportarlo a la Venta en cantidades suficientes para edificar numerosas estructuras.

Todo ello hace que la arquitectura olmeca parezca pobre. En cuanto a la cerámica, abundante en otras zonas olmecas, en la región del río Tonala es escasa y posiblemente sea debido también a la climatología. La alfarería en La Venta y Tres Zapotes es escasa.

Es en la escultura y la cinceladura de piedra donde más destacaron. Los escultores olmecas probaron su fuerza con la madera antes que la piedra, o bien empezaron a esculpir la piedra volcánica en la sierra de los Tuxlas, pero casi todos los monumentos han sido descubiertos en la llanura pantanosa y de los fértiles valles fluviales.

Ningún pueblo civilizado de América ha alcanzado tal nivel en el tratamiento de las piedras duras. Los yacimientos de jade pudieron encontrarse muy lejos de su territorio, a unos 100 kilómetros al oeste. En cuanto a la serpentina sería del actual estado de Puebla. La magnetita sería seguramente del estado de Oaxaca. El jade que los mayas cincelaron en la época clásica fue extraído del valle del río Motagua en Guatemala. La península de Nicoya en Costa Rica fue rica en jade. Todo esto hace pensar que los olmecas crearon colonias a grandes distancias para extraer estos materiales, que para ellos, eran preciosos.

Fuese como fuese esta expansión se volvió más evidente desde hace algunos años. Lo que no se sabe es que si el arte olmeca ha sido llevado por guerreros o por comerciantes.

 

EXPANSION OLMECA AL ALTIPLANO CENTRAL

Las tierras altas, a una altitud media de 2.000 metros, de los valles de México, Puebla y Toluca, en los primeros 1.500 años de la era cristiana han sido zonas de civilizaciones muy avanzadas. Su historia está marcada por nombres de ciudades prestigiosas: Teotihuacan, Tula y Tenochtitlán. Que una vez extendieron su dominio hasta Yucatán y Guatemala.

Sin embargo en épocas mas remotas en que floreció la civilización olmeca: 1500-400 a.c. aquellas regiones permanecieron marginadas. Para los olmecas, las tierras altas eran un mundo físico y humano ajeno, con su clima seco y fresco, atmósfera tenue, sus volcanes coronados de hielo y sus pueblos primitivos. Al dedicarse a la busca de piedras raras, abriendo caminos al comercio, entraban en contacto con sociedades mucho más rudimentarias que la suya. Jamás sabremos la influencia que tuvieron los olmecas en la estructura de esas sociedades.

Uno de los sitios donde hay una abundancia y la calidad de sus estatuillas huecas de terracota blanca, que en su mayor parte representan bebes (baby-faces), es Las Bocas en el actual estado de Puebla. Otras esculturas representan adultos, de forma idéntica a la de las principales ciudades olmecas, aunque mucho menos formales. También se han encontrado recipientes de cerámica, el jaguar estilizado es motivo frecuente. La cerámica olmeca del Tlatilco proviene de los tipos de alfarería ya conocidos en la zona de Veracruz-Tabasco. Tlatilco fue utilizado como necrópolis durante varios siglos.

Las representaciones de baby-faces se encuentran en Tlatilco, en las Bocas y en otras ciudades del altiplano. Los olmecas del altiplano no utilizaron la piedra esculpida, como en las tierras bajas, para rendir homenaje al “bebé” mítico.

También hay espejos de hematina y adornos de jade.

También en Tlapacoya, al sudeste del valle de México, se han encontrado figurillas de rasgos olmecas, y de una manera esporádica en otras zonas del valle de México. En Ayotla, cerca de la anterior, también. Cultivaban el maíz, cazaban ciervos y conejos y enterraban a sus muertos en Tlatilco. Tampoco se puede descartar el contacto entre los olmecas y otra civilización preexistente en el valle.

La densidad en el valle de México sobre el 1200-1100 a.c. debió de ser escasa para que porciones importantes de terreno estuvieran deshabitadas y tierras no cultivadas y fueran aprovechadas por los olmecas, pero como portadores de una civilización superior consiguieron imponerse, en algunas zonas, como elite dominante.

Las Bocas, Ayotla y Tlatilco tienen algo en común: se trata de localidades que permiten dominar ciertos pasos. Es evidente que fueron las exigencias del comercio entre las diversas regiones de México y la necesidad, para la civilización más importante de la época de controlar ese comercio.

Aún no comprendemos lo que hacían los olmecas en regiones tan distantes y diferentes a la suya. Se dice que buscaban materias primas como el jade o la serpentina, quizás alguna variedad de obsidiana. Si fueron comerciantes deberían llevar desde las zonas calientes algo que no pudieran tener los habitantes del altiplano, quizás: plumas de aves, cacao, hule, jades cincelados, etc. Todo esto explica como plumas de aves tropicales, pelotas de hule, cacao o piezas de jade figuren en las paredes pintadas de Teotihuacan.

Las colonias olmecas de la Meseta central cultivaron especialmente la cerámica, que había permanecido secundario en La Venta y en San Lorenzo. Pero estas pequeñas comunidades, tan alejadas de su civilización, no poseían ni los medios materiales ni el impulso espiritual necesario para emprender tan inmensos trabajos como los localizados en La Venta o San Lorenzo.

Todavía no podemos saber si existieron verdaderos centros olmecas, en el altiplano, como en la zona metropolitana de Tabasco y Veracruz. En todo caso hay que retener dos hechos. El primero es la gran antigüedad de la presencia olmeca en el México central. El segundo es la desculturarización que debió producirse hacia el año 400 a.c., por razones aún desconocidas, del eclipse definitivo del mundo olmeca en las tierras bajas. Desde entonces las colonias libradas a sus propios recursos en medio de poblaciones autóctonas más numerosas, debieron perder su identidad étnica y cultural. Sin embargo, la cultura olmeca, había hecho su contribución a la de la época clásica a través de Teotihuacan.

No es aventurado pensar que la civilización olmeca, al propagarse por los valles centrales, aún en número limitado de localidades, desempeño el papel de catalizador. Provocó progresos decisivos o acelero su ritmo. Implantó en el altiplano ideas religiosas, estructuras sociales que se expandieron por la época clásica.

 

 

EXPANSION OLMECA HACIA EL PACÍFICO

Se han encontrado objetos olmecas en Guerrero, en cantidad bastante grande, y en las cavernas las pinturas rupestres son lo bastante importantes como para que se haya podido pensar de si la civilización olmeca no habrá tenido su hogar original en Guerrero y no en la costa del Golfo.

Casi todos los testimonios del arte olmeca en Guerrero (máscaras, jades cincelados) no se saben a ciencia cierta donde fueron hechas, porque son pequeñas y fácilmente transportables. En cambio los bajorrelieves rupestres de Morelos y las pinturas de las cavernas de Guerrero si son documentos excepcionales porque no se habían podido transportar y fueron hechos allí mismo.

Los bajorrelieves de Morelos hace muy poco que fueron reconocidos como olmecas, y este grupo que lo hizo estaba animado por una poderosa motivación religiosa.

El más complejo de esos bajorrelieves es una mujer de largos cabellos, vestida con una falda, una especie de corsé, la cabeza rematada por un tocado alto y complicado. Esta vista de perfil, pero mirando al frente, sentada en una silla decorada con una voluta doble y lleva sobre sus antebrazos una barra ceremonial rectangular sobre la cual está grabada la voluta doble. Unos pendientes adornan sus orejas, es la figura imponente de una sacerdotisa o una divinidad con vestimentas elaboradas y lujosas. En este caso la barra ceremonial es simplemente el símbolo abstracto del bebé-jaguar de la Venta.

Si se contempla atentamente la caverna, se notará que se trata de las fauces abiertas de un animal gigantesco. Todo esto junto a los signos que completan este cuadro está en relación con la lluvia. El tema es lluvia y vegetación. Lo seguro es que nos encontramos en presencia de un conjunto de símbolos ligados al culto de una divinidad del agua fecundante. Además hay otra conclusión, ese bajorrelieve comporta ciertos elementos que son grifos.

Otro bajorrelieve refleja un aspecto de la religión olmeca, pero esta vez con un aspecto siniestro e inquietante. Son cuatro personajes. A la izquierda un individuo con rostro típicamente olmeca, tocado con un sombrero rígido y vestido con un taparrabos y una larga capa. Sostiene en sus manos una rama con hojas o un tallo de maíz. Da la espalda a dos individuos, que se dirigen en sentido opuesto, y que tiene entre sus manos unas masas y llevando sombreros parecidos al primero. El cubrecabezas de uno de ellos esta decorado con una cruz olmeca rematada por dos glifos. Ambos están enmascarados. Esta máscara combina el pico de un ave de largo pico con los colmillos de un felino, dando a los personajes un aspecto aterrador. El cuarto hombre está tendido con las manos atadas por delante, enmascarado con un turbante con cruz olmeca, sin taparrabos y en su cabeza un ornamento en forma de cuerno. Esta escena parece que son dos guerreros olmecas con un prisionero (se nota por la desnudez de su sexo). Se considera que el cautivo estaba destinado a servir de víctima inmolada a una divinidad agrícola, por los adornos del cubre cabezas en forma de planta.

En Chalcatzingo (Morelos) hay muy buenos bajorrelieves como: uno que viene dos felinos en aptitud de lanzarse sobre dos seres humanos. Otro de los bajorrelieves es una serpiente devorando a un hombre, donde el torso, la cabeza y los brazos de un ser humano surgen de las fauces de la serpiente. También hay otros motivos como un conejo o una bella planta.

Este sitio no solo es famoso por los bajorrelieves, la cerámica muestra que la localidad fue ocupada sobre el 900-800 a.c.

 

EXPANSION OLMECA POR OAXACA

El sitio mayor, en Oaxaca, es evidentemente Monte Albán, ciudad sagrada y necrópolis en la cumbre de una montaña enteramente remodelada por la mano del hombre, y erizada de monumentos. Este alto puesto de la civilización precolombina fue ocupado sin interrupción durante cerca de dos mil años a partir del 900 a.c. aproximadamente. El periodo llamado Monte Alban I es contemporáneo de La Venta y de la segunda floración de San Lorenzo. En esta época los primeros pobladores de Monte Alban construyeron edificios de piedra, plataformas sostenidas por muros y sobre los cuales se elevaba un santuario.

Esta arquitectura nos parece mas perfeccionada que la de los olmecas de la costa, quizás, simplemente, porque estos últimos no disponían de una cantidad suficiente de piedras para la construcción.

En el monumento más antiguo de Monte Albán se encuentran grabados unos personajes que comúnmente se les han llamado “danzantes”. Estos personajes son muy semejantes a la cultura olmeca, Pero el estilo de los danzantes esta demasiado cerca de la tradición olmeca para pensar que es casualidad.

Además junto a los danzantes y en las estelas existen unos glifos acompañados de cifras por el sistema de barras y puntos. Esto da a entender que la civilización de Oaxaca estaba en relación con el mundo olmeca, pero que sigue siendo original. Si la civilización de Monte Albán no ha alcanzado la maestría de los olmecas en la estatuaria y del bajorrelieve, en cambio ha desarrollado una arquitectura importando y un sistema grafico y cronológico.

La pregunta es lo que pudo ocurrir en los valles de Oaxaca antes de Monte Albán, cuando en Veracruz-Tabasco si existían ya importantes ciudades olmecas. Antes del 900 a.c. la gente de la zona no tuvo que luchar por el medio ambiente.

Además hay yacimientos de minerales. La cerámica descubierta es muy parecida a la de los olmecas.

Todo ello surge la idea de una corriente comercial entre la zona del Golfo y los valles de Oaxaca. Es posible que los olmecas exportaran conchas e importaran objetos trabajados de magnetita y nácar. Es probable que la población agrícola, asentada desde el año 1500 a.c., sufriera cierta influencia de esos clientes más refinados, imitando ciertos motivos decorativos. Y una aristocracia local se podía haber inspirado en el modo de vida de los sacerdotes y dignatarios olmecas.

Primero era San Lorenzo y algo mas tarde la Venta y, cuando esta se apagó, la conexión era de Tres Zapotes.

En las montañas de Oaxaca vivía los mixtecas y estos entraron en contacto con los olmecas desde el año 1.100 a.c. aproximadamente. No obstante lo bonito es ver como la influencia olmeca con Oaxaca siguió mucho después de cesar esos contactos.


EXPANSION HACIA YUCATAN Y AMERICA CENTRAL

El Estado de Chiapas contiene un número impresionante de sitios, de monumentos y de vestigios olmecas: la exploración de este vasto territorio esta muy incompleta, sobretodo en las selvas húmedas. Además este Estado es rico en vestigios, particularmente en esculturas que, sin ser olmecas, pueden ser calificadas de una cultura intermedia entre la civilización olmeca y la maya. Esta zona sudeste de la expansión olmeca se prolonga hasta Guatemala, El Salvador y en menor cuantía en Honduras y Costa Rica, hasta los límites de Mesoamérica. Por lo tanto lo que empezó mil años antes de nuestra era en La Venta y San Lorenzo se propago como una onda de choque a lo largo del continente, hasta las inmediaciones de los países andinos.

En la zona de Chiapas del Corzo, abunda los vestigios, algunos de ellos son puramente olmecas. En la fase mas antigua de Chiapas del Corzo aparecen elementos olmecas, pero una cultura original se ha desarrollado en esta depresión central de Chiapas. Sin embargo, pueden notarse vestigios olmecoides tan recientes como el año 400 a.c.

Una estela en mal estado lleva una inscripción de cuenta larga que se situaría en el año 35 antes de nuestra era y cuatro años antes de la inscripción de Tres Zapotes.

Muchas de las piezas encontradas son objetos preciosos por excelencia y fáciles de transportar, bien pudieron llegar lejos. Es posible que ocuparan un lugar en el equipaje de los comerciantes de La Venta, o bien en los autóctonos de la región del sudeste llegados a La Venta en peregrinación o por cualquier otra razón y que se hubiesen llevado a su tierra este souvenir de gran valor.

Si una pieza de jade cincelada pudo recorrer grandes distancias, evidentemente no ocurrió lo mismo a los monolitos de dimensiones y pesos considerables y toda hipótesis de desplazamiento queda excluida cuando el monolito es una roca que ocupa su sitio natural. Este es el caso de un bajorrelieve de Xoc, que es una escultura olmeca del estilo más puro. Este sitio incluye varios túmulos y vestigios de construcciones. El bajorrelieve fue esculpido sobre la superficie plana de una roca calcárea y que representa a un hombre cuyo tronco y brazos se ven de frente, pero con el rostro y piernas de perfil. Corpulento y macizo y vestido con un paño sostenido por un ancho cinturón y su cuerpo con varios adornos. La mano derecha sostiene un bastón cilíndrico, que en parte, queda oculto por su pierna.

Así se presentaba este bajorrelieve antes de que la avaricia de saqueadores sin escrúpulos lo arrancara de la roca.

Se pueden dar dos observaciones: la primera que se trata de una escultura olmeca y además de una obra de gran calidad por lo que se supone que un maestro escultor de la región de la costa del Golfo haya sido encargado de tallar esta excepcional figura de Xoc. La segunda es que el bajorrelieve está tallado en la roca viva y hay que reconocer que allí residieron unos olmecas muy al este de su zona natural.

El carácter muy “olmeca clásico” de tales esculturas está en contradicción con el hecho de que son obras coloniales y muy alejadas de la zona metropolitana. Se pueden reconocer que unos jefes olmecas dotados de poderes y de prestigio hayan sido investidos con la misión de mando en lejanos puestos avanzados.

Naturalmente deberían de ir rodeados de servidores, guerreros y de artistas, llegados también ellos de la metrópoli y encargados de imprimir en las rocas de las provincias la huella de la presencia olmeca. En la cuenca superior del río Grijalva también se aporta la prueba de que allí vivieron unos olmecas.

Actualmente hay una zona conocida como Soconusco, Xoconochco (el país de las tunas agrias) llamado por los aztecas y que es en estrecho corredor entre las montañas y el océano y que desciende desde el istmo de Tehuantepec. Es un camino natural que se ofrecía a los comerciantes y soldados de Tenochtitlan que, habiendo atravesado el istmo se dirigían hacia Guatemala. Este mismo camino lo usaron anteriormente Teotihuacan para su comercio terrestre hacia Guatemala, coger el cacao de Izapa y llevarlo hacia Kaminaljuyu (cerca de la actual Guatemala capital) y comerciar con las tierras bajas de Chiapas y Petén. Es obvio que los olmecas también lo utilizaron.

En esta zona esta el antiguo centro ceremonial de Tonala. Este sitio fue ocupado durante un largo periodo, se pueden ver rasgos olmecas análogos al estilo de la Venta, pero como constituía un punto de paso entre el norte y el sur, ciertas fases de la cultura quedaron sometidas a una influencia septentrional y otras a una influencia meridional. Tonala parece ser que no fue dominada ni colonizada por los olmecas, sino que estuvo en contacto con ellos y su estilo propio recibió su inspiración. Los comerciantes y guerreros olmecas que se dirigían a América Central debían pasar por Tonala. Debieron de establecer relaciones, probablemente pacíficas. Los artistas locales no dejaron de admirar las hachas grabadas y otras piezas típicamente olmecas que aquellos viajeros debieron mostrarles, y las imitaron.

En las cercanías de Tonala se encontró un túmulo al estilo de la pirámide de la Venta y sus disposiciones de las diversas plataformas agrupadas en un complejo ceremonial parece claramente el sitio principal de la Venta. Por mediación del método del carbono 14 se ha fechado en los alrededores del año 500 a c. y por lo tanto no es infundado ver en esos monumentos grabados una prueba más de la presencia efectiva de los olmecas sobre esta zona.

Cerca de Tonala desciendo un río que baja de la Sierra Madre del Sur en dirección hasta el océano. Pasa cerca de un pueblo donde se encuentran tres rocas graníticas esculpidas en una de sus caras. La forma de las esculturas de estas rocas nos remite a las representaciones de La Venta y de San Lorenzo. La alfarería y la cerámica sugiere una fase contemporánea de San Lorenzo, entre el 1000 y el 800 antes de nuestra era.

Si se continuase a lo largo de la costa se encuentra una sucesión sin interrupción de sitios y de descubrimientos y nos conducen hasta la América Central. Por allí se encuentran en muchas ocasiones el tema del “bebe” con sus fauces de jaguar.

En la zona costera pero muy cerca de Guatemala hay una estatua de unos 90 cm., cuya cabeza y cara hace pensar en una reducción de las cabezas colosales de la zona metropolitana, pero cuyos rasgos son idénticos. Del otro lado del río, en territorio guatemalteco, una pieza de jade grabado plantea un problema interesante. Sobre una de las superficies está grabado un rostro olmeca absolutamente típico. En el otro lado de la pieza están grabados nueve glifos impuestos en una columna. No pertenece a ningún sistema de escritura conocido como la maya, pero su apariencia general evoca los caracteres olmecas.

Ciertos sitios de Guatemala son conocidos por haber sido lugares donde se encontraron objetos indudablemente olmecas. Tal es el caso de San Jerónimo y de Abaj Takalik, con un petroglifo.

Muchas localidades de Chiapas o de Guatemala nos confrontan con el problema del estilo o de los estilos llamados “olmecoides” y de la tradición que desembocó en el auge de la civilización maya.

En el estado actual de los conocimientos, el monumento olmeca más meridional es la roca grabada en Chalcuapa en El Salvador. Para colmo es uno de los más típicamente olmecas que se pueda imaginar. En El Salvador se detiene el camino de los olmecas hacia el sudeste, en la medida de esculturas en piedra y arraigadas en el suelo. Pero si se vuelven a encontrar el problema y la duda que plantean los objetos de pequeño tamaño, fáciles de transportar y frecuentemente tenidos por preciosos por su naturaleza misma, su materia prima o su estilo.

Hasta la península de Nicoya, en Costa Rica, llegaron los comerciantes y guerreros olmecas, seguramente por los yacimientos de jade.

Si se enumeran los vestigios propiamente olmecas desde la zona de Veracruz-Tabasco hasta Costa Rica, la cosecha es impresionante. Pero no constituye más que un aspecto de un cuadro infinitamente complejo, el de las civilizaciones que precedieron a la gran época clásica dominada por los mayas. La conclusión que se puede sacar de lo que sabemos hoy es que en esta zona hubo una intensa efervescencia cultural en los últimos siglos del primer mileno antes de Cristo. Surgieron estilos diversos que se extendieron y modificaron. En Izapa hay unas esculturas colosales que no son ni olmecas ni mayas, pero tienen influencias de estas poscivilizaciones.

Es curioso observar que el área de expansión de la civilización olmeca coincide con las grandes culturas de Mesoamérica. La arquitectura de centros ceremoniales, la escultura, la motivación religiosa, la cuenta del tiempo y la escritura jeroglífica, son rasgos comunes a las sociedades evolucionadas de la zona mesoamericana. No se encuentran ni al norte ni al sur de las fronteras que marcan muy exactamente los rastros de la presencia olmeca. Puede decirse que allí donde los olmecas llegaron, la civilización mesoamericana se extendió; donde no llegaron, tal civilización no apareció pese a la calidad artística de algunas de sus cosas.

Si el área de expansión de los olmecas y la de civilizaciones clásicas y posclásicas de Mesoamérica desde nuestra era hasta el siglo XVI se recubren, pueden decirse que la civilización olmeca fue la “civilización madre” de toda esta parte del continente.

No obstante hay una excepción: la del país maya. Ni en Petén, cuna de la civilización maya clásica y con ciudades como Tikal y Uaxactún, ni en Palenque o en Piedras Negras, en el valle del Usumacinta, ni en Yucatán, la civilización olmeca no parece haberse propagado. No obstante las investigaciones siguen en pie y nunca se sabrá si en estos lugares se puedan encontrar, en un futuro, estos vestigios que ahora no aparecen.

Las excavaciones recién descubiertas si encuentran pequeños objetos de jade en Seibal y otras zonas mayas. No obstante estos pequeños objetos bien pudieron ser transportados a zonas muy lejanas en el espacio.

Hay hipótesis de que al concluir la civilización olmeca en sus zonas de expansión de Tabasco y Veracruz, estos emigraran a través del valle del Usumacinta (al igual que hicieran los toltecas a la caída de Tula en dirección Yucatán) hacia Peten y otras zonas de Guatemala y por lo tanto fueran los precursores de una civilización maya temprana. No obstante es difícil creer que si fuera así no se comprende el porqué en estas zonas haya tan pocos vestigios olmecas.

 

CIUDADES OLMECAS

Los grandes centros olmecas se pueden describir como ciudades dispersas. Hay que comprender que cada uno de las entidades políticas se componía de: un centro planificado que incluía plataformas, edificios piramidales, esculturas, tumbas y todo ello orientado con relación a los puntos cardinales con una desviación de 8º al oeste y aldeas y pueblos entre los campos de maíz. Así la ciudad olmeca no está completamente urbanizada, pero no se reduce a un simple centro ceremonial. Es la simbiosis entre una población de cultivadores y una elite de dirigentes, sacerdotes, guerreros, comerciantes y artistas.
Tal y como conocemos las ciudades olmecas de la zona costera, es La Venta la que nos parece una verdadera capital. No solo se ve la única pirámide de toda la región sino también las tumbas, de rico mobiliario funerario dan la impresión de que allí fueron inhumados personajes particularmente poderosos e ilustres.
Solamente es verosímil que centros como Tres Zapotes, Laguna de los Cerros, San Lorenzo, etc. Hayan estado asociados, probablemente bajo la influencia preponderante de La Venta, en una liga o confederación que abarcase con su autoridad al territorio llamado metropolitano (Veracruz-Tabasco).
La isla de La Venta podía dar hábitat a 18.000 personas, la zona metropolitana podía agrupar 350.000 habitantes.
Como en Teotihuacan, la visión que la civilización olmeca ofrece de si misma no es guerrera. Sus esculturas, sus objetos cincelados, sus figurillas de cerámica reflejan una constante religiosa muy fuerte.
Por otra parte el carácter generalmente pacífico de la civilización olmeca no impide que periodos de extrema violencia hayan puesto fin al florecimiento de san Lorenzo, para no citar más que un caso, ni que emisarios, negociantes armados o soldados, hayan practicado el arte de la guerra fuera de la zona metropolitana, en las regiones periféricas o lejanas.
También hay que tomarse en consideración otro hecho: la difusión muy grande de objetos olmecas. Difusión que sugiere un activo vaivén comercial, quizás efectuado por negociantes a la vez mercaderes, espías y soldados.
La sociedad olmeca, tal como podemos tratar de representárnosla gracias a los pocos indicios que poseemos, debió ser jerarquizada y autoritaria: abajo una población esencialmente rural sometida al tributo y a la prestación personal; de ahí los inmensos trabajos públicos ejecutados gracias a esta mano de obra. En la zona alta una clase superior de sacerdotes-magos, y al lado de estos o dependiente de ellos, comerciantes, y quizás dignatarios militares y por último en los propios centros una muchedumbre de servidores, albañiles, pintores, escultores, cinceladores y artesanos de todo género.
Lo que si es indiscutible es que una autoridad muy fuerte y profundamente aceptada fue necesaria para obtener del pueblo los esfuerzos gigantescos para todas sus obras.
La zona metropolitana fue como el Petén o el valle del Usumacinta entre los mayas clásicos, una región de ciudades dispersas, a veces agrupadas en liga; La Venta pudo hacer reinar allí su hegemonía. Estos centros y sus territorios periféricos estuviesen ligados o no por estructuras políticas, tenían en común un simbolismo. Su régimen no pudo dejar gran espacio a las actividades militares. No obstante su expansión pudo llevar a los olmecas a darse ciertos medios para proteger las rutas comerciales o los núcleos de colonos instalados lejos de la zona metropolitana.
Fuera de las zonas de Tabasco-Veracruz, se sugiere una cohabitación pacífica entre núcleos de olmecas minoritarios y poblaciones mas numerosas pero mas primitivas.
La cantidad de piedras duras encontradas en Guerrero sugiere que unos mineros olmecas se hubiesen instalado allí desde el principio. En el valle de Oaxaca la cultura autóctona se manifiesta con sus rasgos originales hasta llegar a su esplendor, Monte Alban. Es la civilización zapoteca que desde el principio se encuentra en contacto con la olmeca. Contactos de carácter comercial, por encontrarse yacimientos de magnetita y hematina pero también contactos estilistas. De momento no parece que olmecas en gran número se establecieran duraderamente en Oaxaca.
En Chiapas, la zona costera y los sitios centroamericanos revelan no solo la influencia sino la presencia de los olmecas en toda la zona.
Los olmecas eran grandes viajeros terrestres y habían establecido unas redes de colonias en el sentido que esta palabra tenía en la antigüedad, pequeños núcleos de pueblos que coexistían con las poblaciones locales. Era inevitable que el olmeca se sitiera superior, por su cultura, a los pueblos neolíticos que entonces vivían en la América Media. Ciertas porciones de esta zona eran administradas por sacerdotes o funcionarios o militares llegados desde la metrópoli y que representaban a los dirigentes de la zona metropolitana. Otras podían estar pobladas por olmecas pero administrarse por si mismas. Otras conservaban su cultura tradicional, su lenguaje y sus dioses, pero incorporaban ciertos rasgos de la civilización olmeca que era más refinada.

LA VIDA OLMECA

Los siglos y el clima, el tiempo y las pesadas lluvias no nos han dejado ni una osamenta, ni un vestido, ni una casa. Con excepción de una máscara, ningún objeto de madera, trabajado o no ha sobrevivido. Ni tejidos, ni piezas de cuero. Solo la cerámica y la piedra. Todo lo que sabemos sobre su vida proviene exclusivamente de esa iconografía, siempre difícil de interpretar.
De su aspecto físico sabemos que practicaban la deformación del cráneo y la mutilación de los dientes anteriores. Esos dos rasgos lo sabemos por las figurillas. Además eran signos de reconocimiento de la clase superior, al igual que en la época clásica maya. Más difícil de interpretar era el rasgo muy presente en la frente de los personajes de una hendidura en forma de V. Esta hendidura la tienen posteriormente muchas figurillas de Teotihuacan.
En cuanto a la vestimenta quedo fijada en lo esencial, el hombre llevaba un taparrabo, a veces una especie de falda corta, a eventualmente un amplio manto. La mujer llevaba una falda, pero podía dejarse el pecho descubierto. El clima no hacía necesaria una vestimenta más elaborada.
Los olmecas cultivaban el algodón y utilizaba el telar. En cuanto a la ornamentación ya tenían: brazaletes, ajorcas, collares y pendientes, pectorales, los ornamentos en las orejas y la nariz. En cuanto a la cabeza se utilizaban enormes edificios de plumas y ornamentos complejos.
El clima explica el porqué no hay construcciones sólida. También es cierto de la debilidad de los olmecas en cuestión de arquitectura, no construyeron palacios ni santuarios de piedra o ladrillo. Utilizaban el hacha de piedra pulida, herramienta esencial, para la supervivencia en la selva tropical, además esta herramienta le servía para desmontar y derribar árboles y arbustos que se quemaban para sembrar maíz.
No queda ningún vestigio de las armas, de los aperos de labranza, de los instrumentos musicales. Esto no significa que no los tuvieran sino que el nivel de nuestros conocimientos es aún muy limitado. Hay dos objetos que son enigmáticos, uno es una especie de cilindro con una especie de llama u hojas en un extremo (se le llama antorcha) y el otro es una especie de manopla. En realidad no se sabe todavía su utilidad. En muchas ocasiones ambos están juntos en la misma figura.
En cuanto a la manopla hay quien dice que puede ser uno de los objetos del famoso juego de la pelota que mas tarde se introdujo en las civilizaciones de mesoamérica. No se sabe, si eso es cierto resulta que ellos fueron los inventores de ese juego, aunque no se han encontrado terreno de juego, pero da igual porque en esa temprana época se podía haber jugado en terreno abierto (todo esto es una suposición). Referente a la antorcha es posible que le pase lo mismo y que tenga que ver con el famoso juego. Mientras no se sepa más del juego de la pelota es imposible hacer conjeturas.
Lo que si es cierto es que hay fenómenos como: el modo de ocupación del suelo, la producción de subsistencia, la vestimenta, lo esencial que había en las culturas del México antiguo como los mayas y otras ya se daban en los antiguos olmecas.

EL TIEMPO Y LOS DIOSES (simbolismo y escritura)

Todos los pueblos civilizados de la América Media gozaron de un tesoro común: cierta concepción del universo, un panteón populoso, un sistema cronológico complejo, una escritura jeroglífica.
Las escrituras mesoamericanas están mezcladas a la cronología, a los calendarios, a la visión del mundo, a la religión. Una proporción importante de las inscripciones y los manuscritos están compuestos de fechas, referencias a los movimientos de los astros, al ritual y a los dioses.
Es cierto que los aztecas, igual que los mayas poseían libros. Los olmecas, que fueron los primeros hombres civilizados de esta América, no sabemos si poseían escritura y en caso positivo si inventaron también los glifos. No nos queda rastro de libros, pero si queda los bajorrelieves, las piedras cinceladas, los vasos decorados y los sellos de terracota. La hipótesis más razonable consiste en suponer que los olmecas, si tuvieron escritura la aplicaron, a la notación de la cronología.
El sistema del calendario en todas las culturas esta basado en la combinación de dos calendarios, distintos pero integrados uno con el otro. El primero se compone de 260 días. Cada uno de estos días es designado por una cifra de 1 a 13 y por uno de los veinte glifos o signos de los días. De este modo se compone 20 meses de 13 días cada uno. El segundo representa el año solar de 365 días dividido en 18 meses de 20 días, a los que hay que añadir 5 días huecos o nefastos. (Todo esto esta explicado en mi trabajo sobre los mayas en esta misma web).
Tales inscripciones son raras entre los olmecas. Si las inscripciones cronológicas y numéricas son relativamente raras, en cambio, son numerosos los signos simbólicos que se pueden considerar como glifos. La palabra glifo significa, sin duda, y que significara hasta la época azteca, inclusive, la marcha, el camino, el viaje.
Se encontrarán caracteres glíficos sobre diversos monumentos de la zona metropolitana olmeca: el primero, la cruz olmeca o cruz de S. Andrés en un cuadro rectangular omnipresente. El glifo del calendario “planta estilizada”. Otro signo que se encuentra en forma de cuadro con los ángulos redondeados sobre el casco de la cabeza colosal. Un signo estrella en forma de rombo inscrito en un círculo. Un glifo de agua corriente que figura dos veces sobre el cubo de piedra. Dos glifos representados sobre el peinado de algún personaje. En el pectoral de otro personaje una especie de estrella. El glifo tresbolillo, con cuatro pequeños círculos formando un cuadrado y otro en el centro. El signo lluvia, gota de agua. El signo placa de jade-agua cuadrado con los ángulos redondeados y rodeando un pequeño disco. El símbolo de las nubes. El signo vegetación o probablemente maíz y alguno más.
Algunos de los glifos de Monte Alban se parecen mucho a los olmecas. Este mínimo de conclusión se puede formular como sigue:
.- Los olmecas conocieron, inventado o no, el ciclo de 260 días.
.-Conocieron el año solar y probablemente inventaron la cuenta larga en el curso de la última fase de su historia.
.-Utilizaron símbolos para designar cierto número de nociones, aunque no podemos afirmar si su sistema cubriera la totalidad del lenguaje como después hicieron los mayas.
Al menos poseyeron una pre-escritura. Desde el 400 a.c. hasta el 292 d.c., fecha en que se utilizo por primera vez la escritura maya, los conocimientos relativos a los glifos y el calendario se hubieran extendido desde el altiplano central hasta Guatemala. Los olmecas fueron los iniciadores directos de todo lo que se hizo en todo esto.
Todo lo que nos queda de la civilización olmeca demuestra que estuvo animada por una intensa religiosidad que se traducía en el arte. Tan solo así se justificó a los ojos de los propios olmecas, y se explica para nosotros, el increíble esfuerzo humano invertido en la búsqueda, el transporte de piedras y todo lo demás. Así, es natural que busquemos, entre los símbolos olmecas, aquellos que pueden designar a sus divinidades.
Un primer punto es la importancia primordial del jaguar o del ser híbrido, humano-felino. Que ese omnipresente jaguar haya sido una gran divinidad, quizás la principal, es algo que parece casi seguro. El jaguar olmeca quizás sea la forma animal o semianimal de un dios.
El jaguar siempre suscitó entre los indios de las tierras tropicales una fascinación aterradora. Este felino debía rondar, en gran número, por el bosque húmedo del país olmeca. El hombre de aquella época, con las débiles armas de que podía disponer, casi no estaba en condiciones de defenderse contra el animal poderoso y cruel que en cualquier momento podía sorprenderlo a la vuelta de un sendero o en los límites de un campo de maíz.
Parece ser que las principales divinidades son: El dios-jaguar, más o menos humanizado, el hecho de que esté representado como la boca de la caverna de donde surgen unos personajes en La Venta y en San Lorenzo tienden a corroborar la idea de que ese dios-jaguar encarna las fuerzas telúricas, por ello es un dios de la vegetación, del maíz, cuyo símbolo adorna su cabeza.
El dios-jaguar en su forma de “bebe” de rasgos mixtos, humano-felino en La Venta y San Lorenzo y en muchos otros sitios.
El personaje femenino sentado en una caverna en mitad de símbolos de nubes, de la lluvia y de la vegetación, bien pudo ser una diosa o una divinidad de la abundancia vegetal y de las lluvias bienhechoras.
Algunas estelas de La Venta llevan un bajorrelieve con seis figurillas de menores dimensiones que parecen volar en torno y por encima del motivo central, blandiendo unas barras o hachas. Estos seres voladores quizás sean pequeños demonios.
Personajes humanos con máscaras de aves, ligados a la agricultura si tomamos en cuenta los símbolos del maíz y del agua corriente.
Las serpientes parecen ocupar un lugar en el panteón, pero de momento lo ignoramos.
Un dios gordo que bien podría ser la divinidad de la fertilidad, del bienestar y de la dicha.
Un dios de la muerte con rasgos en parte esqueléticos.
Es probable que el panteón de la Venta o de San Lorenzo sea más rico pero de momento se sabe muy poco referente a este tema. No se sabe nada en lo referente a lo que consistían los ritos y las ceremonias, no hay ni documentos ni vestigios.
En conclusión se sabe demasiado poco de esta enigmática cultura como para hacer conjeturas.

 

Autor: histoconocer, 28/Abr/2006 19:13 GMT+1: 

fuente:  http://www.mundohistoria.org/temas_foro/historia-americana-antes-la-colonizacion-europea/los-olmecas

 

 

 

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Comments: 3
  • #1

    9331565640 (Thursday, 14 December 2017 10:51)

    yo solamente queria saver la leyenda de los olmecas

  • #2

    BAKARA (Thursday, 05 September 2019 10:22)

    Wow, todo muy largo... Igualmente este link esta dentro de mi ficha de referencias del trabajo escolar

  • #3

    Urias Giovanni Gutiérrez (Tuesday, 08 October 2019 17:38)

    Mayor auge de civilizacion olmeca

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